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Mostrando entradas de marzo, 2022

"Ojala que los hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan"...

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Una mañana me despertó esa melódica frase con una guitarra que me parecía unos cristales rompiéndose suavemente. Yo dormía en la cama de mi hermano, él creció con los últimos vestigios de las revoluciones comunistas y le gustaba escuchar música "protesta" en la mañana en una radio marca International color rojo con una sola casetera, el botón de retroceso no servía, así que era necesario "voltearle" y adelantarle para escuchar algo que ya había pasado.  Desde luego Ojalá era la primera canción del lado A, y era propicio comenzar ese Lunes de Escuela con la voz del cubano que en ese momento me pareció mágico -aunque no supe bien quien era sino hasta luego de un par de años-... en fin, me imaginaba como las hojas caían a un cuerpo de una mujer desde arriba; logré imaginar un disparo de nieve con un rifle largo para que aguante las balas de nieve (según yo); imaginé el camino cansado, sólo tengo la imagen en mi mente pero no sé cómo explicarla; pude imaginar la Luna sa

Conciencia nunca dormida

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Mi primer extraño encuentro con el Mindfulness, hace 28 años en clases de Castellano:  “¡Conciencia nunca dormida, mudo y pertinaz testigo que no dejas sin castigo ningún crimen en la vida! La ley calla, el mundo olvida; mas ¿quién sacude tu yugo? Al Sumo Hacedor le plugo que, a solas con el pecado, fueses tú para el culpado delator, juez y verdugo.” Gaspar Núñez de Arce

Prodigios

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De pronto vi prodigios,  Mareas de sombra y de luz Subiendo por tu cuerpo En el centro de un contraluz. Oculto a tus espaldas, El sol levantaba un altar La luna en tu pupila Era una perla flotando en el mar. Y desperté del sueño o maravilla, no lo sé, Y me volví, dormías dulcemente junto a mí. "Despierta, amor"  te dije y todo ardía alrededor. Volvieron los prodigios, Pero ahora eran pura verdad, Tu cuerpo era la tierra, Y yo, el centro de gravedad, El tiempo se detuvo Creando un instante inmortal. Tu cuerpo era el principio Y el mío, su punto final. Y me dormí, vencido por el sueño junto a ti, Luego soñé, soñé que despertaba y te busqué, Te fuiste amor,  y sólo hubo ceniza alrededor. Y ya no vi prodigios, Ni luces, ni sombras, ni mar, Tu cuerpo era un vacío, Y su centro, el frío polar. El sol de medianoche Cayó en un eclipse total, La luna dibujaba una guadaña  de juicio final. Y desperté Del sueño o pesadilla, no lo sé Te descubrí velando mis terrores junto a mí Volviste am

Justamente ahí

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De pronto se deshace la poesía que leo, Se deshace como un rompecabezas que no se trató con cuidado. Se riegan las palabras por el piso, se ensucia además mi pantalón. Se pegan las historias a las suelas de mis zapatos, Camino con cuidado para no tener un resbalón. Cuantas historias se gestan en mi mente, Cuantas historias que me dicen que regrese. No quiero regresar. Pero regreso, regreso de formas infames,  Como siempre robándome bocanadas de aire de otras inspiraciones, Regreso con las manos en los bolsillos llenos de nada,  De la mucha nada que hay en el mundo. Enumero entonces las decenas de rostros que me miran, Las decenas de miradas que me sonríen, Las dulzuras que me estremecen en las noches, Los brillos que me despiertan en las mañanas. Y es ahí cuando te pienso, Es ahí cuando algo se me clava en el pecho, Es ahí cuando mis manos juegan y ganan, Es ahí cuando mis ojos se abren, y no ven nada. Justamente ahí es cuando más te pienso. ... y te pienso. Otaner Photo by Rakicevic N