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La sonrisa pícara

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Con mi lonchera tomate sin dibujos ni calcomanías salía al recreo de jardín de infantes, dentro llevaba varias golosinas, ninguna tan importante como el paquete individual de galletas rellenas, las otras eran mías pero éstas estaban a punto de conocer a la dueña que las iba a saborear... Una blusa blanca, un saco rojo amarrado por la cintura, y un cabello negro hecho cachitos recogidos con esas binchas de bolitas que parecían de cristal pasaban frente a mi con la sonrisa más dulce y tierna -que es posible que nunca vuelva a captar algo así- del pasillo, regresando a mirarme e invitándome a tomarla de la mano... María Fernanda, quien había robado mi corazón y unas cuantas risas de vergüenza también, era quien iba a portar mi dulce regalo en su recreo. Bajamos las gradas, y mientras nadie nos viera era hermoso tomar su mano, pero cuando nos estaban viendo, sobre todo los niños, la audacia entró en acción y soltamos las manos cerca de mi espalda como si sólo estuviéramos agitando los braz...

Olor

Por robarse un chocolate lo golpearon, se defendió por ser valiente, pero no pudo con el gordo y los varios mochilazos que le dio en la cara, le rompieron la nariz y le cerraron un ojo, tendido en el suelo el aliento y el aire no le salían ni le entraban, sólo el frío de las 7 de la mañana antes de entrar a clases era lo que circundaba su rostro junto al mismo frío con que los demás "compañeritos" lo dejaron botado con lágrimas de ira más que de dolor. Me vengaré pensó y se desmayó. Al despertar sentía sangre en su boca, Clarita la maestra lo llevaba a la enfermería de la escuela, no se había desmayado más de dos minutos, pero ese paréntesis de tiempo lo llevó a perder algo que nadie se imagina no tener: "su olfato", sus fosas nasales estaban cubiertas de sangre que se comenzaba a coagular, el tabique estaba roto y no podía sentir el oxígeno que cubría su rostro, decidió dormirse pensando para si mismo "me desmayaré o fingiré hacerlo y luego despertaré de verda...

Un año, una pequeña eternidad

Un año, una pequeña eternidad Un beso, el motor de mis días Una caricia, la añoranza del beso. Una mirada, quien propone tus caricias Bésame en tu silencio, Desnúdate en mis soledades, Abre la mente de la emoción, Vigila mis pasos e inúndalos de luz. Hoy, ayer, más tarde, ahora, Siempre, Caminamos de la mano, Caminamos hacia nosotros, Y hacia en nuevo ser que nos acompañará.