Un Desfogue Histórico

Desde hace unos días me ha vuelto la bendita gana de escribir, he intentado resistirme, pero al final mi debilidad manual me ha ganado.

Pues si, antes me creía poeta, pero me di cuenta que me faltaba mucho, y decidí llamarme "mini-poeta', lo tengo escrito en un grano de arroz que me lo hice en la playa, quería que la gente me leyera, quería escribir grandes coplas, tercetos, alejandrinos, y quería ponerme una boina en la cabeza, usar lentes, incluso fumar, como para tener la pinta de un extraño que escribe cosas raras pero interesantes, sin embargo, eso no iba conmigo, me gustaba bailar y hacer deporte, y no podía establecerme con una imagen en concreto, pero eso no era lo importante, lo grave era que mis escritos no decían mucho, hablaban de lo existencial de mi vida, con lo cual no cumplía con el objetivo principal propuesto, es decir si alguien me leía, no lo entendía; por fin me baje de la nube con aterrizaje forzoso.

Luego me tranquilicé, y al pensar en los escritos anteriores, me di cuenta que correspondían a una etapa "perdida" de mi vida, llegué a catalogarlos como "vómitos del alma", no porque eran malos, sino porque me habían ayudado a sacar mucha de la basura que llevaba dentro, luego decidí ser "pequeño pero conciso", y sólo escribía pequeñas frases que dijeran algo importante, incluso copiaba frases de libros o canciones y les daba mi toque personal cambiando las palabras por sinónimos, cambiaba su estructura gramatical, y tenía un escrito mío; pensé que podían ser graffitis para las desoladas paredes de Quito, pero nunca me atreví a pintarlos con mi mano, en realidad si tenía ganas, pero no pude conseguir un cómplice certero que me ayudara en esta labor.

Todo esto lo pensé desde que estaba en el colegio, de hecho, mi profesora de literatura –de la cual yo estaba perdidamente enamorado, no era bonita, pero fue la primera mujer que me llamó por mi nombre- me dio mis primeros empujones a la literatura, le escribía versos y pequeñas rimas graciosas que tenía que ver con sus ojos, incluso ella se llegó a dar cuenta de mi pasión y me dio algunos de sus escritos para que yo los leyera, pero se me perdieron, creo que el destino no me dejó aprender lo necesario para ser un escritor de verdad.

Las frases pequeñas tampoco eran muy literarias, sólo eran como pensamientos sueltos, incluso luego de un tiempo ni yo mismo los entendía. Estaba en menos de la mitad de la universidad, y no conseguía encontrar mi vocación.

Mis grandes influencias fueron la trova, el amalgama perfecto entre poesía y música, -la música es mi otra pasión, pero por hoy no hablaré al respecto-, de ella aprendí que lo importante no es decir las cosas solamente, sino saber que de verdad la mano escribe lo que dicta el corazón, aprendí a liberar mi alma, aprendí que no debo decir cosas sólo para que la gente lea, importaba que sean mi sentir, mi transparencia ante la vida, creo que ahí comenzó una etapa bonita de escritos, incluso los pude titular, "En el aire...", perfecto título que daba a pensar dos cosas simultáneas y de alguna forma complementarias, la primera es que de verdad me sentía en el aire, como volando, como despistado, pero a la vez libre, y la otra como referencia a la labor radial, cuando uno está en una cabina de radiodifusión, siempre hay un letrero que dice "En el aire", es decir que lo que va a decirse se va a escuchar.

Jaime Sabines, gracias por tu poesía, de todos los poetas que he leido, el ha sido el único con el que di en el clavo, su forma, su contexto, la devoción a la muerte, la entrega de los amorosos, lo rebelde de sus líneas, me hicieron comprender que el arte va más allá de escribirlo, es ese algo de profundidad y de sublimidad, algo que hay que sentirlo, en realidad eso ya lo sabía, pero con su poesía por fin lo comprendí.

Encontré mi color, el azul, comencé a entenderme en la naturaleza, no como el gobernador de las bestias y los animales, me entendí como uno más, y comencé a creer que la razón y la conciencia son un obstáculo para el crecimiento humano, "dejar ser" era lo importante.

Gracias Benedetti, gracias Gabito Márquez, gracias Adolfo Béquer; a Neruda no le doy muchas gracias, aunque se que también le debo algo, gracias Tragedias Griegas, gracias Oscar Wilde; no le doy las gracias a los libros de autoayuda, aunque al tener la oportunidad de leerlos, aprendí a diferenciar lo nutritivo de lo chatarra.

Perdón, me salí de la historia, y esto me recuerda que no creo en el tiempo, no creo en su pasado ni en su futuro, y con esta excusa me robé poemas de otros y los hice míos, nadie sabía cuando fueron escritos en realidad, o como diría Facundo Cabral refiriéndose a una canción de Alberto Cortez: "Él me la plagio antes de que a mi se me ocurriera".

Regalé poemas de amor a mis musas, parte míos y parte copiados, que a la final no eran de nadie, sino sólo de quien los leía.

Gracias Alan Poe por tu creatividad mística, por el terror, de ahí aprendí las ironías y la buena crítica.

Tuve un cuaderno con una pasta muy gruesa, ese fue el lugar donde aparte de mis escritos estaban mis lágrimas como dándole vida a las palabras cinceladas.

El Internet también fue mi cómplice, mandé unos pocos poemas de los muchos que escribí por esta vía, llegue a pensar que había hecho un parnaso, pero también tuve que aterrizar muy duro, tuve comentarios buenos, otros raros, algunos me los guardaban como si ellos valieran algo, pero simplemente allí estaba yo "En el aire...".

Me inscribí en páginas de poesía y mi pseudónimo era Otaner, es mi segundo nombre al revés, pero entendí que mentía, de la misma forma que Silvio Rodríguez en una composición llamada "Esta Canción" del álbum "Días y Flores".

Dejé de escribir, deje a un lado todo lo literario, me decidí a soltarme de todo,... pero aquí estoy otra vez.

No prometo nada de nada, no creo que llegue a ser más ser humano, no creo que llegue a ser más perfecto, pero estoy seguro de "Ser".

Cuando comencé a escribir "En el aire...", pensaba escribir un libro al respecto, ¡Que idea!, ahora solamente han sido ganas de escribir, nada más, no esperen nada, pero si esperan no claudiquen...

Gracias, que alivio sacar lo que uno tiene dentro

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