Sucedió hace un segundo
A veces llega un momento en que todo se calla, pero no porque haya necesidad de silencio, es más bien un abandono, y me aterra profundamente. Busco entre las caras cotidianas para ver si ese supuesto silencio es temporal, y al no encontrar respuesta mi ansiedad crece como espuma. No sé por qué puedo sentir que hay un aprovechamiento de mis palabras, que cuando no tengo nada que decir el alejamiento se produce. Me entristece y hace que haya muchas preguntas alrededor. ¿Acaso me he enmarcado en un mundo muy objetivo, que sólo es regido por preguntas y respuestas? ¿Acaso cuando mis sentimientos afloran no pueden ser entendidos? ¿Ni siquiera por mí? Es entonces cuando el piso realmente se me mueve, y me vuelvo un manojo de emociones. Busco en las entrelíneas de mi vida esos mensajes ocultos, algunos reales, otros inventados. Pero me quedo sin capacidad de comprenderlos. Dejo fluir, ¡y vaya que lo hago! Pero la razón me pide cuentas, y no sé qué responderle. Las mujeres que adornan mi vida,...