En mi pecho está todo - Ensayo sobre la desolación


En mi pecho está todo:

El aire, el compás y mi pasión.

Desde ahí se gestan mis movimientos,

Desde ahí se gestan los minutos de este reloj sin horas,

Desde ahí me abalanzo,

Ahí está la pluma con la que te escribo

La tinta que se dibuja en tu sonrisa.

Ahí está el ímpetu sutil de mis caricias.


En este pecho se han forjado a fuego lento

Las palabras que marcan el ritmo de esta emoción.

En este pecho están todas las vidas que he pasado,

Están todos los eternos pergaminos que sigo escribiendo,

Todo el vendaval del aire que necesito para conectarme con el mundo.


También están las semillas atentas a germinar,

También el agua fresca dispuesta a fluir,

También el fuego y su aire avivador,

También mis otros yos, mis otros alter-egos,

Mis otros ojos y mi otro corazón,

El viejo ingenuo y el niño sabio,

El curioso, el científico y el renegado.


Ahí, dentro de este torso desnudo 

Está el dolor de sentir a la Luna derramando sus olas,

La ansiedad que golpea las paredes internas rompiendo el compás,

El balde de agua que todavía no se ha terminado de vaciar,

El espejo que otros miran y admiran, el reflejo que nadie ve,

La soledad que pende de un hilo,

La razón que hala, la pasión que arrastra, ambas en sentidos contrarios,

El curioso sentido del pasado que se enreda en cada imagen.


Sí, este mismo pecho es, 

Duro y flexible, pero que hoy está a punto de romperse,

Hoy se imagina cien escenarios por minuto,

Hoy escribe saludos inoportunos, 

Hoy no soporta el viento, a pesar de no ser fuerte.


Este pecho, que ha albergado tantos abrazos, 

lágrimas y despedidas,

Sabe que necesita sanar.

Este pecho que peca, que imagina lirondos bajo su latido,

Abiertos a mis ríos y a mi savia.

Que sabe que una palabra dice mucho, que sabe que el silencio dice más,

Que conoce el oxígeno que forman mis lágrimas, y su lugar final de cristalización.


Pues, ahí mismo estás escondida,

Ahí mismo como una burbuja de aire encerrada

Que busca su salida a la superficie, a mi boca,

Ahí jugando a descubrir mis tesoros, a descubrir su escorpión.


A pesar de que estás ahí, y yo a punto de encontrarte,

Mi pecho que te acuna decide volverse en contra mía,

Te oscurece, te mimetiza con mis dudas, 

Te vuelve un espejismo, una figura de sal.

Debo empezar el juego nuevamente para llegar al mismo lugar 

En donde cada mañana mi sueño te dejó.


En mi pecho está todo,

Pero hay veces que no siento nada,

Hay veces que mis fantasmas hacen su nido,

Y en otros mis demonios su fogata.


Sí, ese es mi pecho, 

Con los tatuajes perennes de las manos que lo acariciaron.

Con el sudor de sus carreras interminables.

Con esta vida inquieta que le gusta saltar del presente

Al abismo sin fondo de tus brazos.


Otaner


(Imagen del video de Dig by Incubus)

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