Ladrón de versos

Por eso me gusta tanto la noche,
Me vuelve invisible por unos minutos,
Me vuelve de fácil encuentro con un verso,
La noche que es mi sombra
Me vuelve un ladrón de palabras,
De comas, de puntos finales,
Y de más de tres puntos suspensivos.

El niño que robaba soldaditos en la juguetería
Hoy es el niño que encuentra migas de pan
Sobre los ríos de asfalto de poesías,
Que le hace creer que son suyas y de nadie más,
Esas migajas como rastro para regresar
Al encuentro de su alma gemela,
Aquella que lo espera a 7 leguas.

Yo soy Bonnie y mi niño es Clyde,
Inseparables, cómplices, pícaros y vividores,
Sumergidos en todo aquello que ha sido escrito
Rescatan las más sublimes parábolas
Que se han manchado de vulgaridad y de mundo
Para diluirlas en el agua que bebo
Como medicina ante esta intelectualidad.

Los viejos dolores del corazón
se han convertido en abono para enamorar,
para que el al mirar una cintura
puedan los ojos cerrarse y soñar,
Energía poderosa son ellos
Que latirlos hace sentir vitalidad.
¿O es que acaso sirven para otra cosa?

Un unicornio azul se perdió
Y definitivamente nadie lo encontró,
¿Para qué cantarle a lo perdido
Si el caballito fue feliz y ya voló?
O si se quedó en mi pasto,
Porque, aunque no lo robé allí permaneció.
Poder decir adiós es creer y crecer.

¿Qué hace un ladrón con lo que se roba?
¿Qué hace un niño con sus soldaditos de juguetería?
Me pregunto si será otra forma de amar y de sentir,
Para tener al amor en medio de sus brazos.
Para tener el olor de la vida y del cuerpo
como Jean-Baptiste la esencia de la vida y del amor.
Para embriagarse y ser feliz.

Mi sencillo deseo de esta noche
Es que puedas sentir mi caricia del alma,
No quiero robar versos,
Prefiero besos, miradas,
Y besos de miradas,
Canciones de amor, y muchas noches más,
Eso me hace bien.

Otaner

(Imagen: Escena del Perro Andaluz - L.B.)