Canto de un dios


A veces cuándo estoy solo en mí la duda se asoma, 
si me han gastado una broma para burlarmi de todo. 

Miro la escena de un modo sintiendo que si volteo 
desaparece el deseo y las imágenes desisten 
y que las cosas existen solamente si las veo. 

Despierto, volteo y me miro esclavo de mis pasiones, 
y ante mis apariciones a mi mismo me persigo. 

Soñé que yo estaba vivo y a ustedes los conocía, 
los odiaba y los quería, pero no estoy en lo justo, 
por que ustedes son producto de imaginaciones mías. 

Tantos mundos invisibles, el nudo y su explicación, 
el hierro de la pasión, las soluciones posibles. 

Obsesiones invencibles, la sangre de los que luchan, 
escépticos que se angustian y no creen en mi mensaje, 
yo fui el que inventó el lenguaje para sentir que me escuchan. 

La trampa que yo me puse fué inventada a mucha gente, 
algunos los crié indigentes, altos, tuertos y otros dulces. 

También yo forjé a las luces de mi locura exitada, 
los países, las cascadas y todo lo que hoy existe, 
yo le dí al pajáro alpiste y vida a la forma humana. 

Empeñado en la belleza me puse a inventar sus causas, 
y encontré que hallo las altas por gracia de las pequeñas. 

Yo hice a la fealdad tan bella que en su aparición permite 
que en la vida llamatizas sorpresas y circunstancias, 
solo por que hay ignorancia es que la verdad existe. 

La frigidez y el sentir se dan cita en la existencia, 
el deseo y la resistencia siempre estuviéron en mí. 

Sea mi voluntad vivir este misterio fecundo, 
vagar con el vagabundo y compartir con cualquiera, 
por que el día que yo me muera se va a terminar el mundo.

Enrique Quezadas

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