Si yo fuera Antoine

(carta al niño interior)

Creo que desde muy corta edad he tenido mucha cercanía con tu ser. No he podido reconocerte siempre como el mismo, pero creo que de fondo sabía con quién trataba. Si yo fuera el escritor del Principito seguro no hubiera reparado en mantener la escritura del libro. Reflejando desde luego cada sentir y cada texto con la misma profundidad.

Soy soñador y sé que eso te lo debo a ti, sé también que puedo tener los pies en la tierra, pero esto lo he aprendido con cierto aterrizaje forzoso y en las caídas has estado tú aunque no para levantarme pero sí para tenerlo presente y recordármelo en otros momentos.

Eres un espectador pasivo en el estadio de mi vida, pero cuando ves jugadas que puedes realizar entonces eres el delantero más furtivo, todo un cazador en la jungla de mis desesperanzas. Tomas la sartén por el mango y te apropias de mis decisiones.

Pues sí, te siento cerca y te dejo salir, ahora te conozco, eres mi espejo y tienes mi nombre. Eres mi consejero y halador de orejas. No deseo descuidarte ni esconderte, deseo invitarte a tomar un café para que platiquemos y me cuentes tus nuevos sueños y lo que te atañe en el día a día haciendo caso a un servidor que grita por ser grande.

No tengo fotos pegadas en mi pared, pero de existir lo que tendría sería aquellos momentos en que me enamoré perdidamente, o en el que leí mi primer libro, o en que el arpegié mi primera canción, o en que la mirada no resistió tanto como para no terminar en un beso. O en el que hombro a hombro con un niño de una guardería le enseñaba a sumar, restar, multiplicar y soñar. O la primera vez que le dediqué un poema a mi maestra de literatura, o cuando hice mi primera declamación. O cuando estuve al frente de un campamento de 100 chicos y cada uno de ellos tenía en su mano un corazón.

Cada recuerdo que me hace feliz es aquel que esa infinita pared tendría colgado en sus entrañas, ya no como un lámina sino más bien como una pintura, esa pared es mi alma y el pegamento son mis experiencias.

Hoy en esta carta que quiero decirte pequeño Principito que todavía nos quedan aventuras por vivir en este mundo en los cuales otros niños interiores todavía muy probablemente están escondidos.

Quiero que igual sigas dándome de tus consejos y de tus guías, sé que no eres un niño realmente, no eres un infante, ni eres mi complejo de Peter Pan, eres mi voz espiritual y tus susurros pueden apartarme de aquello que no va con mi personalidad.

Un abrazo muy fuerte, siempre contigo.

D

Comentarios

Entradas populares de este blog

Estoy buscándote a ti

Ensayo sobre el Silencio

Oración a la Vida