Un ser humano
Después de algunos cuantos maquillajes, la vida, que se cree una gran actriz, descubre que no es más que un personaje que muere siempre en el final feliz. En este tragicómico esperpento de sombras a la busca de un guión, hay quien se impone el rol del rey del cuento por no ponerse el traje de bufón. Tal vez se trate, tal vez se trate de todo lo contrario, de huir del escenario por si cae el telón, y, sin teatro ni escaparate, vivir en el arcano cortando por lo sano el foco del cañón. Y sólo ser, si puede ser, un ser humano solo un ser humano un ser humano solo, en su única función. Y nunca satisfechos del reparto, matamos por hacer un gran papel: jamás un figurón del tres al cuarto porque hay que ser cabeza de cartel. Y así vamos viviendo de acto en acto con máscaras de gozo y de dolor sabiendo que no habrá ningún entreacto en esta farsa sin apuntador. (L. E. A.)